miércoles, 28 de febrero de 2007

Declaración de principios

Aquí estamos, no nos moveremos pero avanzaremos. Contradictorio, ¿no? No es nuestra única contradicción. Estamos alertas y conscientes de nuestra contradicción. Estamos alertas que caemos y nos embarramos. Estamos bien dormidos y despiertos, nos caemos en el barro y nos reímos. Sabemos que caeremos en el barro una y otra vez. Sabemos que nuestros ideales se caen ante el propio peso de nuestras acciones que son lo contrario a lo que predicamos. Nos vemos humillados y nos veremos humillados una y otra vez hasta que algún día nuestras acciones coincidan con nuestros pensamientos. Nos marcarán los errores, nos avergonzaremos de ellos o aprenderemos de ellos o no. Volveremos sobre nuestras propias huellas, seremos un montón de palabras, pero palabras conscientes. Nos gustan nuestros ideales, y sabemos que son ideales y por lo tanto imposibles de conseguir. Nos remarcan que está bien que seamos como los demás, que caer no es caer, sino comportarse normalmente y no buscar la cosa imposible. Haremos señas en la ruta, perdidos, sin luces al fondo, en pelotas y enojados. Queremos subirnos al camión, queremos
salir del colectivo. Todos nuestros defectos saldran a la luz, erraremos vagabundos para hacerle ole al meollo principal. Somos humanos y está bien, pero nunca nunca nunca dejaremos de intentar de salir del sistema. Ese será nuestro legado.

lunes, 26 de febrero de 2007

Mis queridas anteojeras

A veces me sorprenden esas pequeñas verdades que te pegan de vez en cuando si no estás mirando; por ejemplo, te estás despertando de un sueño reparador, y se te cruza un dilema: Qué es, exactamente, la realidad? Cómo la definimos? Y la respuesta (que casi siempre viene antes de la pregunta) es aterradora: Nosotros definimos la realidad por lo que los demás pueden ver. Brrrr! Yo no sé, pero a mí ese hecho, una de las cosas más simples que se te pueden ocurrir, un trozo de la vida, me da escalofríos de tan lógico que es. Nosotros sólo pensamos que algo es real si hay un consenso con nuestros prójimos; para que yo considere la idea de que este teclado está bajo mis manos y estoy mirando a un monitor, necesito quórum. Yo asumo que los demás están viendo lo mismo que yo, Lo cual me tranquiliza. La alternativa es inquietante.
Porque hace un rato estaba en una estación de servicio, donde entré a comprar algo, y salí con dos grisines bañados en chocolate; y había quedado con mis amigos en encontrarnos en un paquete de papas fritas vacío para ir a ver Apocalypto, la cual se trataba de un viajante de negocios que se transforma en polilla.
Ahora, yo, al menos lo que creo que soy yo, en el estado de vigilia que generalmente me caracteriza, considero que estaba durmiendo mientras todo eso acontecía. Y calculo que, bajo un cuidadoso cálculo comparativo, se trataba de un sueño. Pero mi inquietud es ésta:

Si yo ahora le preguntara a la persona a mi izquierda, con aire distraído, "disculpame, este cenicero que está acá... está acá?", y a esa persona se le ocurriera decirme "no te entiendo... qué cenicero??", creo que volvería a mi posición de repantigado en esta silla de plástico de la cual repentinamente empiezo a dudar, en un cyber de la calle 11 del que no podría asegurar su existencia, me callaría, y me volvería silenciosamente loco.
Pero por suerte, no necesito preguntar. Tengo un buen track record de percibir efectivamente todo lo que los demás perciben, y viceversa. La experiencia anterior se convierte en manta protectora, y yo puedo volver a la dulce seguridad cotidiana de no tener que dudar de mi propia cordura.
Espero.

viernes, 23 de febrero de 2007

Números y Palabras

Primer Problema.

Estoy casado con los números.

Una gran parte de mi tiempo (tiempo que se mide en números) se me va en pensamientos numéricos. Y es un poco como el prototipo antiguo del matrimonio: una forma de pensar con la que me acuesto todos los días. No sólo tengo sexo con ella: me quedo a pasar la noche. Llevamos ya casi tres años de casados (y fueron cinco y pico de noviazgo ante de la fiesta y el arroz para los novios), y si bien el matrimonio es reciente y retiene imprescindibles exabruptos de pasión, me requiere una buena dosis de energía y tiempo diarios y temo que la relación se vaya tiñiendo cada vez más de rutina, automatismos y, eventually, indiferencia.

Es que. En realidad lo que pasa es el segundo problema: tengo una amante.

La conocí más o menos al mismo tiempo que los números; llevo viéndola desde que empecé a pensar en números pero nuestra relación nunca se ensombreció por esa sensación de "tener que" que deviene del concepto de los matrimonios, de tener que llamar cuando uno llega tarde y de no poder llegar siempre tarde o cuando se tiene ganas. Es una relación de tiempos breves e inspirados, de lindas encamanadas y buenas sobrecamas (si se puede hacer sobremesa, por qué no sobrecama)... y sin embargo a veces me da la sensación de que mi amante se está resintiendo de a poco, de que de alguna manera, sin palabras (que es justamente la forma en que la Palabra dice que algo no anda muy bien), me dice que no puedo seguir tirando de la soga indefinidamente, que si la quiero voy a tener que divorciarme de los números.

Ocurre, ¿sabe? que no es sencillo... son, entre noviazgo y matrimonio, casi ocho años de Números... no nos llevamos realmente mal, sólo que los Números tienen una forma de pasión perfecta y fría que desde luego la Palabra no comprende (es más, se burla de esa pasión razonada y medida, llena de límites por todas partes) y me doy cuenta, con un poco de asombro, que soy incapaz de desprenderme de mi esposa y de mi amante, recuerdo un personaje femenino de Cortázar que decía ¿por qué no puedo estar con los dos o que los dos sean uno? y finalmente me doy cuenta de la solución perfecta a mi dilema ... ¡estar casado con
mi amante y tener de amante a mi esposa!

Irónicamente, una simple permutación matemática para comer perdices y que el principio de exclusión se vaya al cuerno.

martes, 13 de febrero de 2007

La belleza

La belleza no es, la belleza acontece

D. Sáenz

La belleza es tensión. La guerra es la madre de todas las cosas.

Heráclito

Que el mundo quiere que te sientas fea.

El último post de El Hibernante me transportó inmediatamente, por el tópico en común, a un antiguo post mío en www.herodeando.blogspot.com. Con mínimas revisiones, copio y pego a continuación:

Así es mujer, el Sistema quiere que vayas a comprar ropa y no encuentres nada de tu talle, que tengas que gastar los zapatos buscando un pantalón o una remerita en las que quepa un cuerpo sano (¿no debería ser el bienestar físico nuestro parámetro en lugar de la aguja de la balanza?). El mundo quiere que tu femenina mirada le tenga terror a los espejos y a otras miradas, que hagas el amor en penumbras para que no se vea ese maldito principio de celulitis, que comas mal y estés ansiosa a toda hora, que desees con desesperación un chocolate que podrías comprar pero que engorda, que no hagas un striptease por miedo al ridículo. Así vamos. Antes los escuálidos eran los que no tenían para comer, ahora son los ricos que pueden pagarse la liposucción o el personal trainer. La vida es un panqueque sin dulce de leche. ¿Sabés por qué?Porque el Sistema siempre se las ingenia para instalar, en todas partes (en todas partes) algún tipo de aristocracia: la aristocracia de los flacos, la de los que pueden tener el televisor plano y gigante, la de los que pueden pagar las primeras filas de los teatros, la de los cultos, la de... ¿Sabés por qué? Porque la satisfacción de los pocos nace de la insatisfacción de los muchos. Porque la moda vive de la envidia y por eso se buscan paradigmas estéticos inalcanzables. Porque una entidad indeterminada, el monstruo social, quiere que tengamos la mente ocupada en lo que no tenemos en lugar de en lo que sí tenemos. El Sistema es invisible pero gravita en todos: vivimos haciendo, pensando y lo más grave, sintiendo por receta o inercia o imitación o método y no por deseo ¿será la mala herencia del cine y la literatura?. O serán nuestros antepasados monos encriptados en nuestro ADN, esos micos que por falta de espejos se pasan la vida imitándose los unos a los otros.
Te dirán que estás fea, que sin el celular con la cámara digital incorporada la vida es aburrida o simplemente no es vida, que sin el auto O - K - M y la casa linda y un largo etcétera... Quizás pases tu vida persiguiendo una utopía, eternamente ansiosa (desde siempre y hasta siempre). Los inconformistas del fin de los tiempos: eso somos. En una de esas lo consigas y te des cuenta de que... todavía no has dejado la línea de partida, has estado como perro persiguiéndose la cola en el mismo sitio. No les creas, mienten.Y cuando sientas que ese terrón de azúcar en el café es un exceso calórico, pensá en Botero.

lunes, 12 de febrero de 2007

Mujeres en busqueda de la belleza que creen no tener

Aclaratoria: No se trata de un post machista, por favor, mujeres, leanlo con atención hasta el final.

En el transcurso de mi existencia se me ha dado conocer muchas mujeres de toda edad y posición social, cultural y filosófico y he notado una gran mayoría con una actidud nefasta: la falta de autoestima. La frase más escuchada y leída de parte de estas mujeres es: "Yo no soy linda". Esta frase me ha irritado por su falta de verdad y principalmente lo que implica para ellas mismas. Que quede claro que no estoy hablando de una cuestión estética. Las mujeres que me han dicho esto algunas son lindas o muy lindas a mi gusto y otras despiertan poco interés, pero como dije eso es mi propio gusto. Tampoco tiene que ver con el gusto de otros o el gusto de la mayoría, no vale hacer una estadística diciendo "el xx por ciento de los hombres no me encuentra atractiva". Esa verdad estadística por mayor muestra que se haya encuestado, no vale una mierda (disculpen la palabra). Se trata de lo infantil que es hacer caso a lo que dicen los demás, se trata del desperdicio de energía que es creer lo que dicen los demás o lo que dice tu propia autoestima baja.
Ya el chamán mexicano Juan Matus lo definió perfectamente: la importancia personal consume energía, la importancia personal es lástima por uno mismo y no te deja evolucionar.
¡¡Qué manera de gastar energia al pedo defendiendo de que no sos linda cuando la realidad es lo contrario! La magia negra de la importancia personal que te consume es tu esclavitud más cruel.
Es una actitud perdedora. Pero...bueh, se que es dificil librarse de la importancia personal
; para muchos es una tarea imposible.
El concepto de linda o fea no es algo inherente a tu nacimiento, quieras o no lo quieras creer. Uno no nace sabiendo si uno es lindo o horrible, se lo dicen los demás y uno poco a poco se lo va tragando, consumiendo esa verdad y convirtiendo esa verdad en "la verdad".
Doy aquí un consejo algo extraño, pero revolucionario: quizas si te "mentis" a vos misma y te decis que sos linda y te lo crees sufris un cambio. Deberias probarlo por experimentar aunque sea. Es lo que la práctica chámanica se llama "mover el punto de encaje" que es equivalente a cambiar de punto de vista y estar en otro punto de vista. Quien cree y esta en otro punto de vista transforma la realidad, haciendo que esta sea "la realidad que ven todos" ¿Revolucionario no?

jueves, 8 de febrero de 2007

Hydra

"La riqueza es un monstruo. Necesitas un mes para aprender a controlarla financieramente. Y muchos años para aprender a controlarla psicológicamente. Durante todos esos años mi vida fue muy egoísta. Me regalé con todos los placeres. Viajé mucho (...) Pero no fui nunca muy feliz. Sin embargo, al final descubrí lo que los ricos no descubren nunca: que todos tenemos cierta capacidad de felicidad e infelicidad. Y que los azares económicos de la vida no la afectan gravemente."

de John Fowles, en El Mago.

viernes, 2 de febrero de 2007

El guerrero y la victoria

¿Como actua un guerrero ante una victoria?
En primer lugar ¿Existe la victoria? ¿No todo es una victoria porque si seguimos vivos podemos aprender de lo vivido? Si es que derrotamos al enemigo: ¿no también perdemos? Al verlo derrotado poríamos sentir que hemos hecho algo malo al ejercer nuestro poder, por más que nos excusemos que fue una cuestión necesaria.
Aún admitiendo el concepto de victoria en el sentido clásico¿que hacer? La primera y más fuerte tentación es regocijarce de la victoria, o regocijarse cuando otra persona lo felicita por la victoria. Nada más erroneo. Eso sería un exceso de importancia personal. El guerrero, creo, debe permanecer impávido, impasible ante la victoria. La victoria sobre una situación fue una lucha más, una prueba del destino.

Alguien me dijo también estas sabias palabras:
"Un verdadero guerrero no se detiene en la victoria,
avanza porque su lema de vida es una lucha ya sea interior o exterior."